Conexión: Carta a Free, la otra parte de mí

Conexión: Carta a Free, la otra parte de mí

Conexión: Carta a Free, la otra parte de mí

Free

La conexión es un elemento muy importante en la vida. Todos tenemos la necesidad de establecer conexiones con otras personas, tenemos la necesidad de estar conectados con amigos, estar conectados con la familia, estar conectados con un compañero de vida y, lo más importante, estar conectados con nosotros mismos.

A veces no es nada fácil encontrar la manera correcta de conectar nuestros cuerpos con nuestros corazones. Algunas veces esa conexión puede ser difícil de crear, pero fácil de perder. Puede ser difícil encontrarnos a nosotros mismos, puede ser difícil saber quiénes somos y qué somos.

Por medio de las siguientes líneas, quiero contarte un poco más acerca de Frida ¾ o Free ¾ una chica que vivió su infancia y adolescencia tratando de descubrir quién era ella realmente. Sí, Frida, la prisionera de la pubertad y la menopausia temprana. Esta chica tiene dos facetas y dos vidas: por una parte, Frida, una persona común y corriente con una vida común y corriente (a los ojos de los demás); por otra parte, Free, alguien a quien los médicos consideran anormal, lo que ella no puede mostrarles a los demás.

A pesar de que ellas han vivido siempre en el mismo cuerpo ¾ en el mismo pequeño y diminuto cuerpo ¾ no se conocieron hasta la adolescencia. Al principio, no se llevaban nada bien, pero tuvieron la oportunidad de conocerse y construir un puente que les permitió conectarse, estableciendo una relación inquebrantable.

Mediante la siguiente carta que Frida le escribió a Free, les cuento un poco más del silencio que tuvieron que guardar.


Hola, Free!

Soy Frida! Así es, tú sabes que somos la misma persona, con el mismo cuerpo y el mismo corazón, pero con personalidades distintas, distintas destrezas y distintos pensamientos; pero acabo de acordarme de todo lo que hemos luchado para llegar a donde estamos ahora, para ser lo que somos ahora. Jamás hemos hablado de esto, y nunca te he contado lo que siento sobre ello. Así que, por favor, siéntate, ya que esto puede tardar un poco más de lo que piensas. Espero que disfrutes leyendo estas palabras que estoy escribiendo para ti.

Cuando era una pequeña niña, siempre me pregunté acerca de quién y que era yo realmente. Sabía que era diferente a los demás niños; sabía que lucía diferente a ellos y frecuentemente se me decía que no le contara a nadie acerca de mis genitales, de mis genitales diferentes. Todo eso me hizo sentir confundida acerca de mí misma y usualmente me hacía las siguientes preguntas: “¿soy un niño o una niña?”, ¿por qué mis genitales no son como los de las demás niñas?”, ¿por qué me crían y tratan como a una niña si me veo muy diferente y luzco más como un niño?”, “¿por qué mis padres no quieren que nadie sepa sobre mi cuerpo?”.

Yo no entendía nada y estaba confundida, y me confundía cada vez más y más conforme transcurría el tiempo. No me estaba conectada con mi cuerpo, no estaba conectada contigo. No sabía de tu existencia, pero ahí estabas, escondida en las sombras, en lo más profundo de mi ser. Mientras yo tenía la creencia de que era un fenómeno, de que era fea y que quizás era un error de la naturaleza, tú tratabas de llamar mi atención y decirme que eras parte de todo eso que yo consideraba feo. Tratabas de decirme que ahí estabas para mí, que no eras un error, y que ambas podríamos hacer un gran equipo juntas.

Te conocí en el hospital cuando tres doctores me dijeron que era anormal, cuando esos doctores me dijeron que era una hermafrodita. Dijeron que yo no era hombre ni mujer, sino un fenómeno de la naturaleza. Me hicieron odiar mi cuerpo, me hicieron odiarte, me hicieron odiarme a mí misma.

Estaba muy decepcionada de mí misma. No entendía nada, así que traté de eliminarte. Sólo quería ser normal, quería ser como las otras chicas; pero tú nunca te rendiste, te resististe a desaparecer, estabas dispuesta a ser escuchada, estabas decidida a sobrevivir. Así que, poco a poco, comencé a oír tu voz, comencé a conocerte y me di cuenta de que no representabas algo malo en mi vida. Habías sufrido tanto viviendo en las sombres, guardándote tus sentimientos y reprimiendo tu voz.

Después de varios meses conociéndonos, me di cuenta de que no ya no te odiaba, me di cuenta de que me gustabas, me di cuenta de que en realidad te amaba; entonces comprendí que no éramos anormales como aquellos doctores nos habían dicho; entendí que eras completamente normales, entendí que hacíamos un equipo asombroso, entendí que eras lo mejor de mí.

Sólo quiero agradecerte, Free. Gracias por nunca rendirte. Gracias por todo lo que has luchado, por estar ahí cuando lo he necesitado, por tu apoyo incondicional, por ser una parte importante de mí. Gracias por todo. ¡Estoy orgullosa de ti!

Lo mejor para ti,

Frida.


This piece has been translated into English – Connection: Letter to Free, the other side of me.

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